Es un obviedad que Gran Hermano es un programa de gran tirón televisivo. Denostado por muchos, pero adorado por otros tantos. Personalmente soy un seguidor de este programa, el cual suelo seguir, desde sus inicios, con cierta asiduidad.
Dada la popularidad de GH, en algunas ocasiones he pensado sobre un posible uso educactivo, ya que no cabe duda, gran parte de nuestro alumnado son seguidores del mismo.
Qué es lo que hace de GH un program tan atractivo, al margen de ese cierto instinto de voyeaur que llevamos dentro. Desde mi punto de vista, todo se reduce a un clásico en la historia de la humanidad: esa atracción dualista de enfrentamiento entre el bien y el mal y la invitable necesidad de juzgar e intentar que las consideradas fuerzas del bien triunfen sobre el mal.
En el fondo todo se reduce a analizar los comportamientos de unos concursantes y tratar de que la justicia triunfe castigando (expulsando) a unos y posibilitando que la persona buena (bonita en esta edición) sea premiada. Todo un clásico.
No voy a analizar otros aspectos del programa. Simplemente me quedo con algunos hechos del mismo: es un programa muy popular, y en el fondo lo que se juzga es un modelo de ciudadano o ciudadana.
Todo ello me lleva a pensar que, en GH existe un gran potencial educactivo, que puede ser utilizado en asignaturas como Educación para la ciudadanía, Educación Ético-cívica, o incluso en Filosofía y ciudadanía.
Una de las posibles actividades que se me ocurren es que los alumnos defiendan a uno de los participantes, en base al modelo de ciudadano o ciudadana que manifiesta. El alumnado debería explicitar y justificar cuál es el modelo de ciudadano que considera adecuado y en qué medida el participante elejido se ajusta a dicho modelo.
Con una actividad de este tipo, podemos llevar a cabo un debate clásico sobre los valores y el concepto de ciudadanía. Pero además, conseguimos llevarla a un contexto próximo y asequible a la realidad cotidiana del alumnado.