Acabo de ver en la noticias de TVE1 el minireportage sobre las agresiones que sufre el profesorado en los centros educativos. Ya hace tiempo que se viene hablando (proponiendo) convertir al profesorado en "autoridad". La verdad, me parece adecuado, que se tomen medidas, que ayuden al profesorado en este sentido. Aunque me asaltan algunas dudas sobre la efectividad de esta medida.
Como decía mi amigo, el orientador del Reino Aftasí, en las noticias de TVE1: la violencia escolar no es patrimonio de algunos centros, sino es una característica común a todos. (¡Qué bien!, ya tienes tus cinco segundos de gloria en la TV). A lo que me gustaría añadir, que la violencia no es un problema que sufre exclusivamente un sector social, sino que lo padecemos toda la sociedad. Y si no, que se lo pregunten a las personas que trabajan en atención al público, por no hablar de los clásicos de violencia de género, violencia en los deportes, o del tan nombrado participante en GH11. (Quizás algún día hable de GH).
Pero hablemos de la violencia en las aulas, que es lo que nos interesa. Lo cierto es que a lo largo de los años se han ido realizando planes para formar al alumnado como ciudadanos de bien y sensibles a los valores deseables socialmente. Sin embargo, creo que todos dudadmos de la efectividad de dichas medidas para la totalidad de los discentes. Es más, yo ya dudo de la efectividad generalizada de la educación formal, tal y como está el patio.
Si bien, la escuela ha sido tradicionalmente una agencia socializadora con amplia efectividad, no cabe duda que, hoy en día, otras agencias socializadoras compiten con ella en posiciones más aventajadas y, por tanto, con mayor efectividad. Incluso algunas penetrando en la intimidad del espacio educativo.
¿Podrá la escuela solventar este problema? Sinceramente creo que no, a no ser que otras agencias socializadoras contribuyan conjuntamente a ello. La violencia es un problema social, y los jóvenes no son más que meros repetidores, responsables en muchos casos de su conducta, pero imitadores de una extendida violencia social. Los educadores no podemos ir solos intentando resolver el problema.
El profesorado, en su magisterio, siempre ha sido Autoritas, recurrir a cubirle de autoridad (Potestas) me resulta, al menos, doloroso. Si es efectivo, bienvenido sea. Pero me duele tener que dimitir de la antigua autoritas, ganada a pulso y con mucho trabajo, por parte de la mayoría de los profesionales de la educación.
Imagen superior de: Favio Fernández Long