Es cierto que, en un mundo tan complejo como el nuestro, nuestras acciones individuales poco o nada pueden alterar las cosas. Pero no podemos quedar anclados en la mera resignación, considerando que nuestras vidas están dirigidas por unas fuerzas desconocidas y caprichosas frente a las que poco o nada podemos hacer. Ya la filosofía, hace mucho tiempo, nos enseñó que todo acontece por alguna causa natural, que el mundo se rige por leyes y que nuestra vida no se rige por ningún destino mágico y caprichoso. La historia de nuestras vidas, pese a que Hegel opinara lo contrario, no está regida por ninguna fuerza, llámese ésta ’espíritu‘ o ’razón universal‘. Nuestras historia no es más que el fruto de acciones humanas generadas por intereses humanos y no hay más fuerza que dirija el curso de dichas acciones que la posición de poder que las sustenta.
Aunque pueda parecer extraño, dado el desarrollo de nuestra sociedad, da la impresión de que seguimos manteniendo esa especie de concepción mítica de los acontecimientos. Lo que nos diferencia de los tiempos ancestrales es que ya no consideramos que nuestro destino esté sometido al capricho de los dioses olímpicos, sino que, por ejemplo, nuestras penurias son fruto del capricho incontrolable de las leyes económicas. Ante este destino caprichoso solo podemos formular buenos deseos y realizar rituales que le calmen.
Pero la economía no es ningún dios caprichoso. La economía es fruto de una actividad humana regida por intereses humanos, demasiado humanos que diría Nietzsche, en la que los que disponen de una situación de poder establecen las leyes del juego. No es el destino trágico el que nos ha empobrecido, sino la codicia de los poderosos que incrementan constantemente su capital a costa de la reducción salarial y la depauperación de la gran mayoría, que culpabilizada por la gran mentira de "vivir por encima de sus posibilidades" se aferra a las migajas que le van soltando.
Nuestros buenos deseos y los rituales propios de la celebración de la venida de año nuevo no van a cambiar el estado de cosas y no es fácil mejorar este estado de cosas. Pero si nos esforzamos y actuamos unidos es posible que poco a poco podamos ir transformando la situación. La unión es nuestra fuerza, la individualidad nuestro fracaso.
"Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero."
Vamos juntos, Mario Benedetti