3.1. Contra el relativismo, las verdades universales
La vida de Sócrates no fue solo un lucha contra el individualismo egoísta de los sofistas mediante un compromiso personal y vida ejemplar, sino también un intento por refutar la base teórica en la que se sustentaban tales actitudes. Esto es lo que hace de Sócrates no solo un ciudadano comprometido, sino un filósofo.
El problema fundamental no estaba en el relativismo de Protágoras, sino en la radicalización del mismo a la que había llegado Gorgias, es decir la imposibilidad de establecer significaciones comunes y objetivas mediante el lenguaje. Es decir, no es solo que no tengamos ideas comunes sobre qué es la justicia, sino que además no existe algo objetivo que podamos denominar justicia.
La tarea que se propone Sócrates es, no solo llegar a definiciones consensuadas sobre qué es la justicia, si no que, mediante tal acuerdo, podamos llegar a una definición objetiva de qué es la justicia.
INDUCCIÓN Y DEFINICIÓN. EL CAMINO HACIA LA VERDAD
Imagen 7. Sócrates y la Mayeútica. |
Punto de partida. El pensamiento socrático parte de la existencia de verdades universales, referidas a conceptos como la justicia, que son alcanzables mediante la definición. Esto es posible o tiene su apoyo en un hecho: la utilización de de definiciones generales. Es decir si aplicamos conceptos generales a cosas o situaciones particulares, es porque existe algo común en cada una de esas cosas o situaciones particulares, que nos permite relacionarlas con el concepto general.
¿Cómo es posible llegar a esta definición, concepto general o verdad universal?
Mientras los sofistas defendían la relatividad de la verdad y la imposibilidad de llegar a ella mediante el uso del lenguaje. Sócrates manifiesta que en cada hombre hay una parte de verdad, pero que debe ser descubierta con la ayuda de otros mediante el diálogo. Por lo tanto, podemos acceder a las verdades universales, sobre todo en asuntos morales, que son los que a Sócrates le preocupan. Este acceso es posible mediante el método socrático, el cual tiene tres partes:
Si analizamos los diálogos platónicos, claro exponente del método socrático, nos daremos cuenta, que la gran mayoría de ellos terminan sin llegar a una definición, que satisfaga el propósito inicial. Esto nos da una idea de la actitud socrática, siempre en continua revisión y huyendo de cualquier dogmatismo.