3.2. Contra la virtud como éxito, la virtud como sabiduría

Icono IDevice Introducción

Si el relativismo de los sofistas era una preocupación para Sócrates, la identificación que los sofistas habían realizado de la virtud (areté) con el éxito social, o el éxito en los asuntos públicos, le repugnaba de forma insoportable. Esta actitud era una consecuencia del relativismo, pero había calado hondo en Atenas y era considerada por Sócrates cómo la responsable de ese individualismo egoísta y falta de compromiso con la ciudad.

Sócrates va a identificar la virtud con la sabiduría. Sólo el que conoce lo bueno, puede llevarlo a cabo. A esto es lo que se ha denominado intelectualismo moral.

CUANDO SÓLO EL SABIO PUEDE SER VIRTUOSO

El anterior camino en búsqueda de la definición, no tiene simplemente un sentido de conocer por conocer, si no que tiene una dimensión práctica. Sócrates está plenamente convencido de que sólo se se puede ser justo si se conoce la justicia.

En la moral ocurre como con el resto de los saberes técnicos, solo el que sabe puede hacer bien las cosas. Por ejemplo, sólo si tenemos conocimientos adecuados sobre conducción (práctica o dominio técnico) y normas de tráfico, podemos conducir adecuadamente un coche. Por tanto, sólo puede ser justo quién conoce la justicia y sólo el que conoce la justicia puede realizar acciones justas.

Pero además, el que conoce la justicia no puede obrar injustamente, ya que según Sócrates nadie obra mal a sabiendas. Por tanto, quien obra mal moralmente es por puro desconocimiento, es involuntariamente, ya que nadie que conozca lo que es bueno puede querer lo que es malo. Con lo cual, el mal es resultado de la ignorancia. De ahí la importancia que, para Sócrates y posteriormente para Platón, tiene la educación y la adquisición de conocimiento en cuestiones morales, ya que, si se quiere construir una ciudad moral, hay que educar a sus ciudadanos en el conocimiento del bien, de ahí que la ética sea el objeto fundamental de la filosofía socrática.

Además Sócrates vincula la felicidad al obrar bien, o a vivir bien. Esto es lo que se denomina, eudemonismo.

"Yo afirmo que todo hombre virtuoso y toda mujer virtuosa son felices, y, por el contrario, los injustos y malvados son desgraciados. [...] La vida más desventurada, pues, es la del que persevera en la injusticia y no se libra de ella".

PLATÓN, Gorgias, 470c y 479b

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