4.1. El pensamiento político premedieval y de alta edad media

Icono IDevice La filosofía política y las relaciones Iglesia Estado
Ilustración del Papa Aeneas junto al Emperador Federico III
Imagen 44 Imperio y papado

Como ya he indicado, no existe un pensamiento político en los orígenes del cristianismo y probablemente no exista tal forma de pensamiento hasta la llegada de Tomás de Aquino. Sin embargo, si podemos afirmar la existencia de ideas relacionadas con este tema, aunque dichas ideas sean más de carácter moral que político.

Aunque en este apartado, lo que realmente nos interesa es ver los planteamientos filosóficos relacionados con el pensamiento político. Sin querer excluir a nadie, creo que los pensadores más representativos son Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Ockham y Marsilio de Padua.

En el fondo el planteamiento de los filósofos sobre las relaciones Iglesia Estado es muy similar a la planteada sobre las relaciones fe-razón. Agustín de Hipona mantendrá una identificación entre ambas, en la medida que tanto el Estado como la Iglesia tienen un mismo objetivo que es conducir a los fieles a la consecución de la felicidad celestial. Tomás de Aquino establecerá cierta separación e independencia, pero al final el Estado estará sometido a la Iglesia en algunos aspectos. Finalmente Ockham mantendrá la separación e independencia de ambas instituciones.
Icono IDevice No olvides ir tomando notas
Como ya te he comentado anteriormente, es conveniente ir tomando nota para realizar la tarea que se te pedirá al final. Fíjate en algunas cosas, como el fundamento del origen de la sociedad y del poder político, y no olvides que Agustín de Hipona nunca defendió el denominado agustinismo político.

El pensamiento político premedieval

Agustín de Hipona es el filósofo más representativo de este periodo y el que mayor influencia tuvo en el desarrollo del pensamiento medieval hasta el s.XIII. Por este motivo, se ha relacionado con suma facilidad el pensamiento del de Hipona con el denominado agustinismo político y gran parte de las posturas que defendían la superioridad del papado y de la Iglesia sobre el Imperio. Realmente no está tan claro que el pensamiento de Agustín de Hipona, como veremos a continuación, sea un pensamiento puramente político y aplicable a las relaciones Iglesia Estado. Habría que defiir el agustinismo político, como una corriente de pensamiento, que apoyado en algunas ideas del obispo de Hipona, que intenta dar una solución o respuesta al problema de las relaciones Iglesia Estado identificando la ciudad terrenal con el imperio romano y la ciudad celeste con la Iglesia.

Agustín y la Ciudad de Dios

Fotografía de una página manuscrita de la Ciudad de Dios de Agustín de Hipopna
Imagen 45. La Ciudad de Dios

La Ciudad de Dios (De civitate Dei contra paganos) es una obra de Agustín de Hipona en la que se manifiestan varios temas, aunque la cuestión fundamental que se plantea es la distinción entre la sociedad orientada por el amor a Dios y la sociedad orientada por el amor propio. La idea de Agustín es que las sociedades paganas han sido insuficientes para conseguir la paz, que es el objetivo de toda sociedad.

La sociedad o la dimensión social del ser humano, no es algo que se base en la naturaleza humana, sino más bien es una circunstancia transitoria generada por la situación de pecado. La sociabilidad humana no estriba en la naturaleza del ser humano, en su esencia, sino que es una consecuencia del pecado. Al perder el Paraíso el ser humano tiene que convivir socialmente, algo que era innecesario en el Paraíso, en la que tiene que ir realizando un camino para la recuperación del estado de bienaventuranza. Ver texto

Por tanto, como el propio Agustín afirma, hay que recuperar el estado perdido. (Ver texto).

Esta recuperación hay que realizarla mediante la vida social, que llevamos en la tierra. El fin de la sociedad es la consecución de la paz y el camino para lograrlo es la justicia. Lo que hace felices a los hombres es lo que hace felices a las ciudades, que no es otro que el deseo de paz que es quién mueve los esfuerzos del ser humano en sociedad. Puesto que es la justicia quien posibilita la paz, no habrá verdadera paz sin verdadera justicia, sin orden que la ley eterna manda conservar. Para ello se necesita la fe, que ordena las cosas en intención al único Dios.

Por tanto solo una sociedad verdaderamente orientada hacia Dios nos permitirá conseguir la paz y la bienaventuranza. Por ese motivo Agustín establece la diferenciación entre la ciudad terrena y la ciudad celeste, esta diferencia viene dada por el objeto de interés de ambas, así como la ciudad terrena pone su objetivo en el amor propio, la ciudad celestial lo pone en el amor a Dios. Ver texto

Esta distinción, realizada por Agustín, de las dos ciudades y la superioridad de la ciudad celeste sobre la terrena, fue interpretarlo como unas distinción aplicable al ámbito de las relaciones Iglesia Estado, identificando Iglesia con ciudad celeste y estado con ciudad terrena. Sin embargo esa forma de aplicar la distinción de las dos ciudades no es atribuible al pensamiento del obispo de Hipona, por la siguientes razones:

  • Así, frente a los que afirman un supuesto teocentrismo, Agustín acepta como legítimas sociedades aquellas comunidades que coinciden racionalmente en los objetos amados, aunque la sociedades se diferenciarán según el orden de sus amores (terrenal al espiritual). No hay un exclusivismo social espiritualista, más propio de un agustinismo posterior. Ver texto

  • Tampoco podemos afirmar que esta distinción corresponda una al Estado y otra a la Iglesia, sino que la a la ciudad celestial pertenecen todos los que aman a Dios y el vínculo de sus ciudadanos es la caridad y no el imperio autoritario. La ciudad terrenal, todos los que anteponen el amor propio y asienta su unidad en la autoridad que logre dominar los intereses particulares. Ver texto

  • También hay que tener en cuenta que los ciudadanos de ambas ciudades viven en el mismo seno de sociedades históricas. A ellas pertenecen no solo los vivos, sino los pasados y futuros. Por ello podemos decir que Agustín mantiene una visión idealista o teologal de la historia, por lo que se hace difícil establecer una exacta relación con la Iglesia y el Estado. Ambas ciudades no tienen su razón en la experiencia actual, sino en en la razón oculta del amor no evidente de sus miembros, la mayoría no realmente presentes en este mundo. Ver texto


¿Qué tipo de relaciones se establece entre las dos ciudades?

Aunque la ciudad terrena no vive según la fe aspira a la paz, por eso es necesario armonizar en ella las voluntades humanas en el mandar y obedecer. La ciudad celeste, o la mejor parte de ella, aún desterrada en esta vida mortal, se rige por la fe y también busca la paz. Por ello no duda en obedecer las leyes de la ciudad terrena, promulgadas para la administración y mantenimiento de esta vida transitoria. Ver texto

Pese a lo anterior, la ciudad de Dios es superior a la ciudad terrena, pues es el modelo de toda sociedad, ya que solo en ella puede reinar la justicia, el orden y la paz verdadera. Las sociedades terrenas, que no reconocen a Dios como su amor, no pierden su categoría de sociedad, aunque son incapaces de conocer la verdadera justicia Ver texto

Así la ciudad celeste es el ideal de la ciudad terrena, que es primera en el tiempo y la ciudad celeste un ideal a alcanzar en la historia. Por tanto, todos los habitantes de la ciudad celeste lo fueron anteriormente de la ciudad terrena, aunque no todos los de la ciudad terrena lo serán de la celeste. Ver texto

La ciudad celeste tendrá su culminación, no en este mundo, sino en Dios Ver texto

Si bien Agustín tiende a una influencia del ámbito religioso sobre el civil, propició la obediencia de las leyes justas del Estado buscó la sumisión del derecho civil a las leyes y mandatos de la Iglesia. Ver texto

Isidoro de Sevilla (570-636)

Figura de Isidoro de Sevilla en un fragmento de un Codex de las Etimologías
Imagen 46. Isidoro de Sevilla

La concepción política de Isidoro de Sevilla conjuga el pensamiento pagano con el pensamiento cristiano, así podemos ver en su definición de sociedad como sigue a Cicerón al definirlo como multitud humana asociada por la conformidad con el derecho y la concordia. Ver texto

La validez del orden político viene dada por ajustarse al orden moral, así los creadores de las leyes o del derecho solo serán legítimos si son justos. Igualmente la legitimidad del rey se posee cuando se obra rectamente y se pierde cuando se obra mal. Por lo que el principe está obligado por la ley  Ver texto

El orden político, al igual que ocurría con Agustín, está ocasionado por el pecado, pero este orden político no tiene porque ser injusto, a no ser, como hemos visto, que obre injustamente y en contra de los ciudadanos. Ver texto

El poder viene de Dios y aunque en la monarquía visigoda era costumbre que los reyes intervinieran en los asuntos de la Iglesia e Isidoro admite la posibilidad de su intervención para imponer la disciplina eclesiástica, cuando esto no es posible solo mediante la predicación. Sin embargo, desautoriza el uso de la fuerza para obligar a abrazar la fe. Por otro lado, los reyes, tienen que estar sometidos a la disciplina religiosa y sus leyes deben ser conformes a la fe y a la preservación de la misma. Ver texto

Pedro Damian y el agustinismo político

Imagen de Pedro Damian sentado con un libro y una pluma en sus manos
Imagen 47. Pedro Damián

Pedro Damián (1007-1072) cardenal benedictino y generador de la reforma monástica y eclesiástica del siglo XI. También fue un exponente del denominado agustinismo político.

Su pensamiento es un pensamiento teocrático, que considera a la Iglesia como la autoridad suprema a la que tienen que subordinarse los poderes seculares. El emperador, al ser ungido queda al servicio de la Iglesia. La sociedad es considerada como sociedad cristiana, sin la posibilidad de existencia de otra forma social válida.

Por lo que podemos ver, y lo que ya hemos indicado hablando de Agustín de Hipona, no hay coincidencia entre este agustinismo político y el pensamiento de Agustín. La única referencia del agustinismo político es la utilización de la diferenciación entre la ciudad terrena y la ciudad celestial. Pero ya hemos visto que Agustín le da un sentido diferente, además defiende o acepta la validez de las sociedades ajenas a la sociedad cristiana. Por otro lado, este agustinismo político, al menos el defendido por Pedro Damián, desprecia la validez de las aportaciones de la filosofía defendidas por Agustín de Hipona, reduciendo la fe a mera credulidad.

Icono IDevice Objetivos
Copyright © Fil.ex "El laberinto y el hilo de Ariadna". Todos los derechos reservados.