4.2. El pensamiento político del siglo XII al XIII

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Al igual que en el punto anterior, deberás seguir fijándote cómo estos filósofos explican el origen de la sociedad y del poder político, y cómo se plantean las relaciones Iglesia Estado. Atento a Tomás de Aquino, que va a empezar a marcar un nuevo camino, que posteriormente se concretará en la separación de los poderes eclesiásticos y civiles.

Juan de Salisbury

Fragmento de la portada de una verión castellana del Policratius de Juan de Salisbury
Imagen 48. Policaticus

Juan de Salisbury (1110-1180) fue un clérigo secular cuyo pensamiento estuvo centrado en el ámbito de las cuestiones prácticas. Su pensamiento político se encuentra reflejado en el Policraticus, sive de ungis curialum et vestigiis philosophorum (dicho de otra manera: "El Gobernante, sobre a las frivolidades de los cortesanos y los residuos del pensamiento filosófico", entendidos estos como única fuente e renovación), que es considerado como el primer tratado medieval sobre política.

Las ideas de Juan de Salisbury presentes en el Policratus nos muestran una visión organicista de la sociedad, en la que se comparan las funciones sociales con las funciones del cuerpo. Los pies son los trabajadores, las manos el ejército, el vientre es la administración de las finanzas, el corazón el senado o consejeros que lo rodean. La cabeza es el príncipe y el alma de este cuerpo responde al clero, que debe inspirar las decisiones del gobernante.

El rey, cuya legitimidad reside en el recto ejercicio de sus funciones, en definitiva en el cumplimiento de la ley (señor y siervo de la ley). Pero su poder viene de Dios. Consultar texto

El pueblo no dispone de poder, ya que ni es sujeto político ni titular del gobierno. En definitiva considera al pueblo como subdito y no como ciudadano.

Defiende la autonomía y la libertad de la autoridad papal en sus funciones, en las que la potestad real debe evitar su intervención. El poder real debe estar al servicio del orden moral, en el que están implicados tanto la Iglesia como el poder real. Entre ambos se establecen diferentes funciones, pero que deben estar coordinadas para la consecución de la felicidad humana.

El régimen temporal no puede ser absorbido por el régimen espiritual, aunque el régimen espiritual se sirve de ella, para la consecución de la vida feliz.

Sigue manteniendo el pensamiento clásico sobre el origen de la sociedad y del poder como pérdida de un estado de felicidad, establecido por los estoicos y coincidente con el pensamiento de Agustín de Hipona, según el cual existió un primitivo estado de felicidad y libertad, que se perdió o deterioró por culpa del egoísmo humano, dando lugar a la necesidad de la dominación.

Juan de Salisbury afirma que los gobernantes deben dirigir basándose en las virtudes morales, aunque al final les pide que alcancen el grado más alto de las mismas que identifica con la perfección cristiana. Con ello, por un lado seculariza la política, al vincularla a las directrices de la naturaleza, mientras que por otro la sacraliza al exigir a los gobernantes la sumisión a Dios y la ejecución de sus planes

Tomás de Aquino

Pintura de Tomás de Aquino
Imagen 49. Tomás de Aquino

Tomás se desmarca de la actitud adoptada por San Agustín al considerar la existencia de dos ciudades. Las circunstancias sociales y la evolución de las formas de poder en el siglo XIII, especialmente los problemas derivados de la relación entre la Iglesia y el Estado, llevarán a Tomás de Aquino a un planteamiento distinto, inspirado también en la Política aristotélica, aunque teniendo en cuenta las necesarias adaptaciones al cristianismo.

Punto de partida: La sociedad como producto natural.

Para Tomás de Aquino la sociedad, siguiendo a Platón y a Aristóteles, es el estado natural de la vida del hombre, por ello la sociedad no tiene su origen en el pecado (Agustín de HIpona) sino en la naturaleza humana.

¿Qué es la sociedad?

No tenemos una definición en positivo de lo que es la sociedad, no obstante el Aqinate mantiene que la sociedad no puede identificarse con la suma de los individuos, sino que es algo que tiene una entidad propia y por encima de los individuos que pertenecen a ella. Ella posee su fin y sus bienes propios, el Bien común.

¿Cuál es el origen de la sociedad?

Tomás de Aquino, al igual que Aristoteles, consideraba que el origen de la sociedad es natural. Existe en el ser humano una inclinación natural a vivir en sociedad. Las razones en las que se basa Tomás de Aquino para fundamentar tal afirmación son las siguientes:

  • las personas necesitan de otras para solventar sus necesidades de subsistencia. Consultar Texto
  • las personas son seres comunicativos, como lo manifiesta la posesión del lenguaje. Consultar Texto
  • las personas no podrían desarrollar a la perfección sus facultades naturales fuera de la sociedad.

En cuanto tal, el hombre es por naturaleza un ser social nacido para vivir en comunidad con otros hombres. Sin la sociedad no podría desarrollar sus facultades naturales. Pero además, el ser humano es una animal político, ya que sin una organización política la sociedad, esta perdería su razón de ser.

¿Cuáles son los fines del Estado?

Rótulo de faximil "D. Thoma De Rege et Regno"
Imagen 50. La monarquía

Aquino mantiene la concepción aristotélica de la importancia del bien común como fin fundamental del Estado, por ser superior al bien de un sólo individuo. Incluso llega a afirmar que la sociedad de muchos es mucho más perfecta cuanto mayor sea su capacidad para lograr por sí misma (autosuficiente) lo necesario para la vida. Por tanto, la comunidad perfecta será aquella que tenga una organización política tal que no necesite ayuda ajena.

Para el Aquinate la paz es una condición esencial de la comunidad perfecta, si lo es para , ya que la falta de paz lleva a un reino a la muerte. En La monarquía también considera la paz como una característica de la comunidad perfecta, ya que el bien y la salvación de la sociedad es que conserve su unidad, a la que se llama paz, si desaparece ésta desaparece la utilidad de la vida social. Para ello es necesario el gobierno de una persona diligente.

Así, podemos decir, que para que la sociedad viva correctamente es necesario que se den tres requisitos:

  • Que la sociedad viva unida por la paz.
  • Que sea dirigida a obrar bien.
  • Que por la actuación diligente del dirigente haya suficiente cantidad de lo necesario para vivir rectamente.

En consecuencia las funciones del Estado son las siguientes:

  • Facilitar a los ciudadanos el vivir bien temporal.
  • Crear un orden social básico que permita a los individuos conseguir, por sí mismos, su propia felicidad.
  • Procurar una vida en la que sea posible la búsqueda del fin eterno y bienaventurado. Debe procurar un orden ético.

Para ello, el Estado necesita de los medios o bienes materiales suficientes, sin ellos no es posible conseguir la virtud. Además el Estado desarrolla su fin ético mediante el derecho. Éste es un mínimum ético, sólo prescribe los mínimos cuyo valor ético tiene un sentido inmediatamente social.


El origen divino de la autoridad

Tomás de Aquino, al igual que Aristóteles, defiende la naturaleza social, racional y libre del ser humano. El hombre es un ser social por naturaleza y el Estado es un producto de la naturaleza, no algo causada por ella, sino algo que hacen los hombres en virtud de sus impulsos de sus ser. Esa misma naturaleza exige la existencia de una autoridad encargada de procurar el bien común. Consultar Texto

Y puesto que todo lo natural procede de Dios. El Estado es obra divina. Aunque Dios no lo crea directamente, sino que dios interviene mediante causas secundarias (acciones humanas). Lo mismo sucede con la autoridad que, también, es obra divina. El libro III de la Monarquía es una justificación del origen divino de la autoridad (aunque parece que no fue escrito por Tomás de Aquino).

La autoridad viene dada por Dios al pueblo, y éste es el que la delega en el gobernante (esta postura no está clara en Tomás de Aquino; hay textos que parecen indicar otra posición). Sin embargo, considera que el gobernante siempre habla como representante del pueblo y sólo tiene facultad en cuanto representa al pueblo y siempre para el bien del pueblo. Por eso es lícita la rebelión contra el tirano que no cumple, aunque Tomás de Aquino no defiende la rebelión contra el tirano, porque, si fracasa, produce males mayores. Lo que hay que hacer es evitar que el monarca se convierta en tirano.

Las relaciones entre el Estado y la Iglesia:

Representación de la Querella de las investiduras entre Oton I y Juan XII
Imagen 51. Imperio y papado

No podemos olvidar que Tomás de Aquino asigna al hombre un fin trascendente. Esta consideración obliga a reconocer un papel importante a la Iglesia en la organización de la vida del hombre. Por ello,  al igual que había concedido una primacía a la fe frente a la razón, considera que el Estado ha de someterse a la Iglesia. El Estado ha de procurar el bien común, para lo cual legislará de acuerdo con la ley natural. Las leyes contrarias a la ley natural no obligan en conciencia (por ejemplo, las contrarias al bien común, o las dictadas por egoísmo). Las leyes contrarias a la ley divina deben rechazarse y no es lícito obedecer las, marcándose claramente la dependencia de la legislación civil respecto a la legislación religiosa.

Sin embargo, acepta la distinción y la independencia del Estado y la Iglesia. Podemos ver su diferencia funcional.

  • El Estado es una sociedad autónoma que posee los medios necesario para la consecución del fin a que está destinado: el bien común. Tal bien común exige: paz dentro del estado; dirección unificada; provisión necesidades de vida; paz con el exterior.
  • La Iglesia tiene un fin sobrenatural y, por tanto, más elevado que el del Estado. Tomás de Aquino defiende el poder indirecto de la Iglesia sobre el Estado: éste debe subordinarse a la iglesia en asuntos de carácter sobrenatural.
Ello no implicaría, según Tomás de Aquino, pérdida de autonomía de la función del Estado, pero si existe un cierto grado de dependencia. Esto se explica por los siguientes motivos:
  • El fin de la vida social es la vida buena según virtud. Ahora bien, la auténtica vida virtuosa no es la fundamentada en el medio (al modo aristotélico), sino la que tiene carácter teologal. En la práctica esto significa que no está en manos de ningún organismo humano el conseguir el auténtico hombre virtuoso. De ahí que no deben ser las leyes humanas el fundamento último de la vida social sino la ley eterna. Y la ley eterna la representa mejor la iglesia que el estado. Por consiguiente, en última instancia, los reyes deben de someterse a los sacerdotes.
  • La función del estado debe de consistir en realizar sus tareas propias, pero poniendo siempre la atención en que la auténtica felicidad está en la otra vida. Ahora bien, según Tomás de Aquino, esto no implica que el hombre tenga dos fines: uno natural y otro sobrenatural. Existe un único fin (el sobrenatural). Y tanto el Estado como la Iglesia deben de contribuir a la consecución de tal fin. El problema de las relaciones entre la iglesia-estado, en Tomás de Aquino, es muy similar al de las relaciones entre razón-fe.

Frente al agustinismo político, que concebía la sociedad como una triste consecuencia del pecado y a partir de esta idea establecía la subordinación del Estado a la Iglesia. Tomás de Aquino consideraba que el Estado existió con anterioridad a la Iglesia; y por tanto, que como institución natural, coexiste con ella, cumpliendo su propia función.

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